pexels-pixabay-269583

Yo también me hago falta.

A veces no estoy para nadie porque yo también me hago falta. Estos últimos meses no han sido fáciles para mí ni física ni mentalmente. Han sucedido cosas que me han revuelto por dentro de una forma totalmente inesperada, y me han llevado a replantearme toda mi existencia, aunque me cueste creerlo.

No estoy bien y no sé cuando volveré a estarlo pero estoy poniendo todo de mi parte, todo mi empeño en salir del pozo. Todos en algún momento de nuestras vidas pasamos por situaciones complicadas, duras y cuando las superamos y miramos atrás ya no nos parecen tan difíciles. Es lo que me da esperanza, pensar que ya he superado situaciones que parecían imposibles y aquí estoy, con cicatrices, dos semanas después de mi cumpleaños, dándole vueltas y vueltas a lo que quiero hacer con mi vida, intentando descubrir cómo me siento y cómo volver a sentirme bien conmigo misma. La vida te pone delante situaciones, retos y elecciones para crecer, para aprender, para evolucionar. Pero qué duro es a veces y que difícil saber qué es lo mejor para uno mismo.

 Ahora mismo no soy feliz. Mi vida se tambalea y a pesar de mis esfuerzos no consigo darle la vuelta y crear lo que realmente deseo. ¿No me esfuerzo lo suficiente? ¿No soy realista y no puedo con ello? ¿Ya es demasiado tarde? Todas estas preguntas surgen una y otra vez, no soy capaz de alejarlas de mi mente, por más que recurra a herramientas y prácticas que en otros momentos sí me han servido. Pongo en acción toda mi batería de consejos que le doy a mis clientes: mindfulness, meditación, respiración consciente, diálogo interno positivo… todo, y aún así, estoy bloqueada, angustiada, perdida en un dolor interno que no me permite avanzar.

Es por eso que no puedo estar ahí para nadie. Me hago falta a mi misma, toda mi energía va a mi porque si no me recupero yo no podré ayudar a nadie a hacerlo. Necesito sentirme bien conmigo misma y con mi vida para ayudar a otros a sentirse igual. No puedo aconsejar a alguien con el alma rota. 

Y no tengo reparos en contarlo, no quiero esconderme como otras veces he hecho. Quiero ser sincera primero conmigo y luego con los demás. Escapar no sirve de nada. Hay que encararse con la realidad y buscar formas de volver a sentirse bien con uno mismo.

¿Cuál es el siguiente paso? Pues en ello estoy, buscando, leyendo, observando, pasando tiempo conmigo y con los que me quieren. Sé que voy a resurgir de mis cenizas, ya lo he hecho antes. Pero también sé que eso lleva su tiempo, no se consigue en dos días, que hay que tocar fondo para que lo único que quede sea subir, y que necesito una ayuda de mi gente y de un profesional que me acompañe en el camino.

No voy a rendirme. Estoy peleando y voy a conseguir la vida que creo que merezco, libre, plena y feliz. Lo importante es que identifico lo que me pasa e intento gestionarlo. Tengo herramientas para hacerlo y eso se lo debo al coaching. No voy a permitir que estas circunstancias me hagan sentir que no merezco ser feliz.

Cuando esté bien volveré y pondré toda mi experiencia a disposición de quién lo necesite para ayudar a superar las zancadillas que nos pone la vida.

Comparte esta entrada

Deja un comentario

Suscríbete al boletín

No pierdas ninguna actualización